Mediterraneamente.
La cerveza está rica, para que negarlo. En nuestro querido terruño, nuestra Piel de Toro, nuestra península es la bebida alcohólica más consumida. En esta tierra que, acercándose el verano, se llena de anuncios de cerveza en los que todo quisque es guapo, joven, sexi, simpático, baila con gracia, toca en un grupete y es D.J (léase diiyei) y no necesariamente en ese orden. Esta tierra que, acercándose el buen tiempo, saca una millonada de ferias de cerveza artesana a la calle. Esta tierra que se convierte en campo de batalla por ver quien organiza la mejor feria, de cerveza artesana por supuesto. Esta tierra donde u organizas una feria, de cerveza artesana, o el ministerio de obras públicas es capaz de no sacarte en la próxima edición del mapa de carreteras. No dudo que queda mucho trabajo divulgativo por hacer para acercar la cerveza artesana al gran público, más acostumbrado a brebajes de esos que en verano te vuelven guapo, joven, sexi, simpático, gracioso bailarín, mejor músico y aventajado diiyei.
Pero… ¿realmente es necesaria tanta feria? De cerveza artesana, claro. Me empieza a descolocar un poco ese afán por sacarle los cuartos al prójimo, porqué al final de todo, es de lo que se trata.
Disfrázalo como te dé la gana, que si es un producto gourmet, que si está hecho con los mejores lúpulos venidos de allende los mares, que si dry hopping, hopback, cebada de dos carreras, re-fermentación a temperatura controlada y todas las zarandajas que se te ocurran, el resultado es que acabas pagando, en el mejor de los casos, 1.5 euracos por un vaso serigrafiado monísimo sin el que ninguno de los elaboradores que presentan sus creaciones te servirá una mísera gota de su brebaje, todo cambia, eso sí, si adquieres el susodicho, y monísimo, vaso serigrafiado de 20/25 centilitros, entonces amigo mío el elaborador te ofrece la mejor de sus sonrisas y después de una breve explicación de sus variedades de cerveza, explicación que muchos de ellos te dan en plan —ya me toco el pesado de turno—, o bien —este tío peina canas, por lo tanto es viejo, por lo tanto es tonto, por lo tanto ha bebido toda su vida basura industrial, por lo tanto no tiene ni idea de cerveza y le coloco cualquier mierda—, entonces es pedazo de maestro cervecero te llena el vaso de su ambarino brebaje, previo pago de 2 euracos, como poco, por la llenada.
Pues sí, va a ser que sí es un producto gourmet, sí. Dos euros de media, si no es algo especial, por 20/25 centilitros, bajo mi punto de vista raya el descaro, la catadura, el tocomocho y la puñalada más trapera que te darán en un alegre día de feria… de cerveza artesana. Bueno la más trapera no, esa se la reservan para las cervezas de colaboración, las traídas de otras tierras y las rarezas tipo:- cerveza cocinada con huesos de aguacate, filtrada con la Sagrada Sabana Santa de Turin y con dry hopping de virutas de madera proveniente de auténticos Drakars Vikingos- ¿En serio? ¿Y sin tapa? ¿Unos tristes y mohosos panchitos?
Que sí, que todos los que asistimos tenemos algo de Freakie en nuestro código genético, que todos nos consolamos diciendo voy a probar cosas nuevas aunque, finalmente, acabes bebiendo más de lo mismo que bebiste en la última feria a la que asististe, ya sea por tradición, porque te gustó o por puro aburrimiento. El caso es que la cerveza artesana ha puesto en el mapa un circuito de ferias que corren sin freno a convertirse en algo parecido a los Mercadillos Medievales, esos donde un triste pan de 350 gr con cuatro nueces o aceitunas contadas te cuesta 4 euros, eso sí lo hornean delante de tus narices con un bonito hornomovil de leña.
Mención especial a esas ferias cuyo único afán, al parecer, es organizar la de mayor duración, el estándar ya va por tres días, con mayor número de elaboradores/expositores, con amplia oferta gastronómica (bocatas, piadinas, pizzas etc., que sin ser nada del otro mundo te las cobran como si las preparara el mismísimo Fabián Martin). Ferias donde si tienes a bien ir solo un día seguro que te quedas sin probar esa cerveza que andabas buscando, esa que cambiará tu vida y tu percepción del mundo, porqué esa cerveza amigo mío o bien no se ha pinchado aun, o bien se ha agotado, lo que te obliga o bien a acudir otro día, o bien a resignarte. Tranquilo, en Montepinar del Corchete la semana que viene inauguran una feria de cerveza de 3,5 días. Oportunidades, como ves, no te faltarán, para degustar esa, sí esa, cerveza. Lo que traducido significa; más de tu dinero a la saca.
Claro que hay honrosas excepciones, en la que el elaborador tiene un solo día para seducirte con su producto, donde van a pasarlo bien tanto ellos como los amantes del líquido elemento y donde la mayoría de brewers viene a jugar sus mejores bazas, aunque eso no quiere decir que no me parezca un puro ejercicio de avidez monetaria. Pero las características únicas de estas excepciones hacen que el elaborador este más por divulgar bien su producto y no por sacarte los cuartos, que te los saca innegablemente al final, pero tú te vas satisfecho de haber logrado entender un poquito más este complejo mundo cervezil. Algunos acudimos, además, para reencontrarnos con viejos amigos y hacer nuevos, algunos, además, somos afortunados y esos viejos amigos, y los nuevos, comparten contigo su tiempo y su cerveza.
Otro día hablamos del postureo panarra y cervecero, que da para mucho.
Jano.
- De cómo me perdí en un mar de espuma.
- La isla de la Xeixa